Yacimientos arqueológicos

La importancia de nuestra comarca como vía de comunicación ha hecho que a su vera hayan existido civilizaciones desde antiguo. Los restos de estos yacimientos dan buena fe de ello.

resumen

La importancia histórica que el río Jalón ha tenido como eje de comunicación entre la meseta, donde se ubicó la capital de España, el valle del Ebro y el resto de Europa es innegable. Por aquí pasaban y pasan los principales caminos de España. El corredor que marca el río Henares desde la capital de España, que enlaza con el del Jalón hasta el mismo Valle del Ebro, donde se abre en diferentes rutas que comunican con Cataluña y Francia, debió de ser utilizado desde la más remota antigüedad. Paralelamente, el valle del Jiloca sirvió de puerta al Levante, como continúa siendo en la actualidad.

Pero todo se remonta mucho más atrás; las antiguas fuentes romanas, como el Itinerario de Antonino, describen ésta como una de las principales vías de comunicación de Hispania, la que llevaba de Emerita Augusta (Mérida) a Caesaraugusta (Zaragoza). Había cinco grandes rutas que comunicaban directamente ambas ciudades, pero todas ellas confluían en el Valle del Jalón. El camino, del que restan pocos vestigios, dada la utilización continua a lo largo de los siglos, seguía casi milimétricamente el actual trazado Zaragoza-Madrid, salvo que en época romana no pasaba por la meseta de La Muela, sino que buscaba el valle del Jalón bordeando dicha meseta.

No es de extrañar que a la vera del camino crecieran importantes villas y ciudades romanas, como Segontia (Balsa de Vuelcacarros, Zaragoza), Nertóbriga (en el triángulo que trazan Ricla, La Almunia y Calatorao), Bilbilis (en el barrio de Huérmeda en Calatayud), Aquae Bilbilitanorum, (la actual Alhama de Aragón) y Arcóbriga (Monreal de Ariza). Desde aquí pasaría por Ocilis (Medinaceli), Segontia (la actual Sigüenza), y Complutum (Alcalá de Henares).

Buena parte de estos yacimientos se romanizaron tras haber sido levantados por las tribus celtíberas. Hoy podemos disfrutar de esta historia milenaria recorriendo la Comarca de Calatayud en pos de sus yacimientos.

segeda

La ciudad celtibérica de Segeda, ubicada bajo los campos de labor de Mara y Belmonte de Gracián, esconde sus secretos desde hace más de dos mil años. Murallas ciclópeas, fosos, casas, muros y estructuras diversas están siendo desentrañados poco a poco desde que se comenzara a excavar en 1998. Esta ciudad, ubicada en el valle del Perejiles, a escasa distancia de Calatayud, tuvo una importancia tal que llegó a motivar el cambio del calendario por el que aún nos regimos en medio mundo.

Según las crónicas de la época, las ciudades celtibéricas convivían con el imperio romano, aunque éstos buscaban un pretexto para frenar la pujanza de los celtíberos. Este pueblo, radicado en torno a la Cordillera Ibérica, tenía en Segeda –topónimo de origen celta que significa “poderosa”- una de sus ciudades más importantes. Fue la ciudad celtibérica que primero acuñó moneda y en la que más tiempo perduró esta actividad. Cuando Segeda decidió ampliar su perímetro de murallas, los romanos encontraron la excusa que buscaban y declararon la guerra a la ciudad celtibérica en el año 154 antes de Cristo.

Roma desplazó un grandioso ejército de 30.000 hombres –el doble de lo habitual- al mando del cónsul Quinto Fulvio Nobilior, para someter a los rebeldes celtíberos. Para sorprenderlos antes de que finalizaran sus murallas, modificaron la fecha de comienzo de su año –los idus de marzo-, que es cuando elegían a los cónsules, adelantándola de marzo a enero. Se trataba de nombrar antes al cónsul que dirigiría la ofensiva contra los celtíberos y lograr su sometimiento antes de que finalizasen sus defensas. Este hecho histórico fue la causa de que nuestro calendario comience precisamente el 1 de enero.

Cuando los romanos llegaron a Segeda, encontraron la ciudad vacía, ya que sus habitantes –que no habían podido concluir su muralla a tiempo- se refugiaron en Numancia (Soria). La guerra contra los celtíberos terminaría años después (133 a. C.) con la destrucción de esta ciudad soriana después de largas y heroicas luchas.

arcóbriga

En el Cerro del Villar, cerca de la localidad de Monreal de Ariza, lindante con Castilla, se conservan los restos de una ciudad celtíbera romanizada denominada Arcóbriga, nombre que se atribuye al culto celta al oso. Está fechada entre el siglo I a.C. y el III d.C. Su romanización se produjo en época tardoimperial. Su decadencia se produce en el siglo III d.C, tras la crisis general del imperio romano.

El Marqués de Cerralbo fue quien descubrió y excavó, a principios del siglo XX, el gran complejo termal. Los restos más significativos se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. En los años 2000 y 2001 el Gobierno de Aragón fue el promotor de una serie de trabajos en el yacimiento que tuvieron como principal objetivo su consolidación y adecuación para hacerlo visitable. En 2006 se llevó a cabo la restauración, consolidación y protección del edificio de las termas.

El municipio cuenta con otros yacimientos, como el existente en el Cerro de San Pedro, Vallunquer, la Cueva de las Cazoletas, con grabados de círculos cóncavos e incisiones, o la necrópolis; la Pila de los Sacrificios, donde los celtíberos practicaban sacrificios humanos, es otro de los restos conservados.

bílbilis

La fundación de Bílbilis Augusta se remonta al siglo I. Nació como una ciudad escaparate para demostrar el poder de Roma. Por los materiales recuperados en las excavaciones arqueológicas, realizadas en las últimas décadas y depositados en el Museo Municipal de Calatayud, Bíbilis debió ser una ciudad donde no se escatimaron los recursos económicos para su construcción, dotándola de espléndidos edificios. Pero su dada su incómoda situación, tendida en la falda de una montaña y, con toda seguridad, por la falta de abastecimiento de agua, hicieron que a partir del siglo III d.C. la ciudad estuviese prácticamente abandonada y su población se trasladase progresivamente al lugar donde se levanta la actual Calatayud. Así, poco a poco, la vetusta ciudad romana fue desmontándose literalmente convirtiéndose en una cómoda cantera, a lo largo de los siglos, para levantar la nueva Bílbilis a orillas del Jalón, en su actual enclave. El yacimiento es visitable y en él quedan restos de numerosos edificios como las termas, el teatro, las cisternas y los restos de algunas villas.

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