Los escasos vestigios de su castillo medieval vigilan todavía los amplios páramos cerealistas de Bordalba. Cuenta la historia que dicho castillo fue el lugar en el que, el día 21 de enero de 1296, Alfonso de la Cerda se vio con Jaime II buscando el apoyo del Reino de Aragón en sus pretensiones al trono de la vecina Castilla. 

Su iglesia es gótica, de piedra, con una hermosa portada renacentista. Es una de las más destacadas de la comarca por su monumentalidad y belleza de líneas. Tiene una preciosa torre de sillería, de planta rectangular. Junto a la entrada encontramos una singularidad: se trata de  “la Huesera”, un antiguo osario de piedra, cubierto con un chapitel. La plaza aparece presidida por una fuente de forja instalada en 1907 y de la cual los lugareños se sintieron orgullosos durante décadas.

En el paraje de San Pedro encontramos las bodegas y los lagares, que se arremolinan en un cerro coronado por la ermita dedicada al patrón de la localidad, San Pedro Martir. Pero, además, los bordalbeños guardan especial devoción a la Virgen de los Santos, cuya ermita se levanta en las cercanías de la localidad.