La iglesia de San Miguel era un edificio de hermosas proporciones, de ladrillo, construido a finales del siglo XIV o principios del XV y considerado por algunos estudiosos una joya del mudéjar de nuestra tierra. Podemos hacernos una idea de la grandiosidad de este edificio ya que, cuando lo derribaron, se dejó un muro, de unos tres metros de altura, correspondiente a todo el perímetro de la iglesia, que sirve de soporte a la plaza donde se levanta la nueva iglesia. 

El templo actual fue proyectado, casualmente, por el mismo arquitecto que propuso el derribo del antiguo y que, además fue quién aconsejó al párroco que una buena fuente de financiación para la obra nueva sería vender los retablos. Así, Bubierca tiene una «flamante y vanguardista» iglesia de los años 60 del siglo XX, proyectada por un arquitecto «de postín» que en su época tuvo cierto prestigio. En su interior aún se conservan algunas piezas, pocas, del rico ajuar litúrgico que tuvo la antigua parroquia.

Junto a una de las torres del antiguo castillo se levantó esta ermita que, lamentablemente, a finales de los años 70, la cimentación de dicha torre falló y se derrumbó parcialmente, lo que hizo que el edificio corriese el riesgo de seguir la misma suerte. El Ayuntamiento y la DPZ iniciaron un plan de salvamento y ahora podemos disfrutar de uno de los edificios barrocos más singulares de la Comarca de Calatayud.

Se trata de un templo construido con mampostería y ladrillo en lo más alto de la localidad. El sencillo exterior presenta un pórtico de ladrillo que protege la entrada al recinto. La sobria fachada aparece rematada por una espadaña con tres vanos y, en el lado de la epístola, se alza la torre, levantada en las últimas restauraciones del templo.

El interior es de una sola nave de tres tramos, cubiertos por bóveda de medio cañón con lunetos. La cabecera es una prolongación; de planta cuadrada, de igual anchura que la nave, se cubre con cubierta plana apoyada sobre pechinas convergentes. Tras la cabecera se levanta la sacristía, desde la cual y mediante unas escaleras, se accede al camarín de la Virgen. En el tramo central de la nave se abren cuatro vanos ciegos con arco de medio punto que, a modo de capillas, albergan sendos retablos.

Todo el conjunto está profusamente decorado con abundante rocalla de yeso policromada y pinturas murales, tanto en bóvedas como en muros. El repertorio iconográfico de estas pinturas se basa en personajes del Nuevo y Antiguo Testamento, e iconografía relacionada con la Virgen María y las Letanías Lauretanas.

Coronando el cerro sobre el que se asienta la población, junto a la ermita de la Virgen de la Esperanza, encontramos los restos del antiguo castillo musulmán que formaba parte de la línea defensiva del Jalón. Como muchos otros de la zona, este castillo fue conquistado por el Cid durante su exilio en el 1071, volviendo a manos musulmanas poco después. Fue definitivamente conquistado por Alfonso I en 1120 poco después de la caída de Calatayud. Fue entregado por el monarca a la orden Militia Christi, fundada por él mismo para defender la frontera sur de su reino; en 1134 esta orden se unió a la del Temple. Dos siglos después, en 1362, Bubierca y su castillo cayó en poder de los castellanos, aunque pronto volvió a manos aragonesas. El castillo vigilaba un meandro del Jalón desde lo alto de un espolón rocoso, en cuyas laderas se apiña el caserío. El castillo, al perder importancia, fue transformado en ermita bajo la advocación de la Virgen de la Esperanza y la torre adquirió la función de campanario.

Poco más abajo se levantaba la conocida como Casa de los Frailes. Este edificio contenía pinturas murales góticas que desaparecieron al quedar en ruina con sus techumbres derruidas y las pinturas a la intemperie.  Hoy en día solo quedan algunas fotografías que muestran lo perdido irremediablemente. El resto del edificio se sume en la más absoluta de las ruinas.