La torre pertenece a un edificio que, según parece sufrió los desperfectos del terremoto de Lisboa el 01.11.1755; “ Que a las 10 1/4 de dicho día se advirtió moverse la Iglesia, y edificios, y surtir las agua”. El caso es que esta iglesia en 1772 debía estar en muy mal estado y el capítulo del Frasno decidió retener los diezmos y contratar el proyecto del nuevo templo con dos maestros de obras bilbilitanos. Al pasar el proyecto por la Real Academia de San Fernando estos lo rechazaron y al igual que en casi todas las iglesias que se hicieron por la época propusieron que el diseño del nuevo edificio corriese a cargo de Agustín Sanz. El diseño de Sanz fue aprobado en 1797 pero la falta de financiación provocó que se retomase la obra de manos de fray Joaquín del Niño Jesús, quien propuso «mudar, en la mayor parte el proyecto y diseños hechos por el arquitecto D. Agustín Sanz.

Quizá por eso el nuevo templo se levantó lejos del anterior del que solo queda la torre campanario. Pero la historia no termina ahí, el religioso fue denunciado por los maestros de obras de Calatayud por trabajar sin licencia y la obra se paralizó hasta al menos 1826. En 1830 se resolvió nombrar al arquitecto Antonio Vicente para que levantara unos nuevos planos y ajustara el presupuesto. Pero el medio millón de reales que costaba el nuevo templo al Obispado le pareció una fortuna por lo que de ese primitivo proyecto se eliminaron numerosos elementos. En 1837 tropas carlistas entraban en el Frasno y después de asesinar al administrador de los diezmos robaron el dinero destinado a la finalización del templo. Y este ha llegado a nuestros días magnífico pero inconcluso. El interior hay que disfrutarlo con calma pues en él se guardan una serie de retablos de gran calidad de los siglos XVI a XVIII y alguna pieza procedente de la iglesia de Aluenda como es un impresionante San Blas del siglo XV.

 Es el único elemento que se conservó de la antigua iglesia, cuando ésta fue sustituida por el edificio neoclásico que constituye la actual parroquia y que está situada a alguna distancia. La torre fue restaurada a finales del siglo XX y se le dotó de un chapitel que le faltaba anteriormente. Consta de tres cuerpos, el primero de planta cuadrada y ciego. El segundo, es también de planta cuadrada, de ladrillo, ciego pero con pilastras situadas en los laterales. El cuerpo superior es de planta octogonal con pilastras en las aristas y arcos de medio punto en el cuerpo de campanas y óculos sobre ellos, en el remate.

 Antiguamente conocida como Iglesia de Nuestra Señora de las Peñas. Es un templo de ladrillo con planta de tres naves. La central es más elevada y configura una cruz latina en volumen junto con el crucero y el presbiterio. 

Los tres tramos de la nave, los brazos del crucero y los dos del presbiterio están cubiertos con bóveda de medio cañón, estando el último rematado con un hemiciclo cubierto con bóveda de horno. Los cuerpos laterales, tanto los que flanquean la nave central, como los dos espacios que se sitúan a los lados del tramo anterior al presbiterio están cubiertos con cúpulas sobre pechinas. El exterior manifiesta este escalonamiento de volúmenes, con una fachada en dos cuerpos, uno que abarca el conjunto de las naves y otro superior que se corresponde con la nave central. La portada es adintelada, flanqueada por pares de pilastras que sostienen un entablamento con friso de triglifos. El cuerpo superior alberga un vano con arco rebajado y pares de pilastras que sostienen el frontón triangular superior.  En la actualidad la virgen de Pietas se halla aquí a pesar de que fue robada en tres ocasiones siempre ha vuelto a la localidad y le tienen mucha devoción.

Aluenda que tiene una iglesia construida a finales del siglo XIII aunque sufrió reformas en el XVI y el  XVII época en las que se añadieron torre rehicieron las cubiertas. La torre, de planta cuadrada, tiene dos cuerpos el superior de ladrillo presenta bandas de decoración típica de ladrillo a resalte. Una fuente renacentista en la plaza, junto a la iglesia conforma un rincón de lo más pintoresco y siguiendo la calle mayor tenemos un establecimiento de turismo rural de lo más singular, La Casa Toya.

Colonia veraniega formada por chalés, los primeros fueron construidos por familias acomodadas de la zona.

Allí tienes uno de los santuarios más singulares de la Comarca. A parte de los enterramientos del siglo XIX con unas lápidas del cerámica que son de lo más singular encontraras en la cabecera del templo uno de los baldaquinos más bonito de todos los que he visto y debajo de él la talla de la Virgen, una verdadera preciosidad.

Es una de las más pintorescas de la Comarca. El casco urbano se arremolina alrededor de la iglesia parroquial de San Miguel. Este templo es un edificio tardogótico, del S. XVI aunque el exterior muy modificado en el XX.  En su interior se conservan piezas artísticas de sumo interés entre ellas la bella imagen conocida como la Virgen de Jerusalén. Creo que de Inogés tendré que hacer una entrada independiente pues es un pueblo que seguro que tiene una historia bien interesante.