Ibdes

Ibdes se ubica en el corazón valle del río Mesa. Sus fértiles tierras y la abundancia de agua han motivado la ocupación humana de esta villa desde antiguo. 

datos prácticos

 

Ayuntamiento: Plaza Mayor, 16

Tel: 976 848 005

Email: ibdes@dpz.es

Gentilicio: Ibdense o ibdesino/a

Fiestas: San Gregorio (9 de mayo), San Roque

y Virgen de San Daniel  (del 14 al 19 de agosto).

Distancia a la capital

Altitud

Ibdes

El conjunto urbano de Ibdes, junto con su entorno natural, hacen de esta localidad una visita obligada perfecta para disfrutar de un día de arte, historia y rincones naturales de gran belleza. Callejeando por la localidad nos topamos con una buena colección de casonas de los siglos XVI, XVII y XVIII entre las que destaca el espectacular palacio de los Liñán, cuya fachada barroca (1757) lo hace único en la comarca. En la calle Mayor, la fachada de una antigua ermita, hoy convertida en vivienda particular, presenta un abundante muestrario de elementos decorativos en ladrillo resaltado.

Pero sin duda la gran protagonista de esta localidad es la fabulosa iglesia de San Miguel Arcángel. Se construyó sobre las ruinas del castillo que dominaba el caserío, arruinado posiblemente en el siglo XIV durante la Guerra de los Dos Pedros, sirviendo la antigua torre del homenaje de campanario a los pies del templo. Su construcción está datada hacia 1517 siguiendo el nuevo estilo renacentista, pero participa de arcaísmos gotizantes que llevan a considerarla de transición; como ejemplo, el gran rosetón que se  abre a los pies en el más puro estilo gótico. Los amplios contrafuertes, de sección decreciente en su parte superior, rematados por pináculos, son expresión gótica, pero la galería de arquillos que remata el edificio en todo su perímetro sobre las bóvedas es renacentista.

Iglesia de San Miguel arcángel

El edificio más emblemático de la localidad es sin duda la iglesia de San Miguel Arcángel, que se levanta en lo alto de una pequeña muela, dominando el caserío, sobre los restos de un antiguo castillo del que probablemente se aprovechó parte de una de sus torres. 

La construcción de este magnífico templo se documenta entre los años 1517 y 1532. El rotundo volumen rojizo de este edificio se aligera en la parte superior con una galería de arcos en piedra caliza blanca que remata en pináculos de clara tradición gótica. Al interior se accede por una portada labrada en 1642, al igual que el resto de la iglesia, en piedra arenisca. Atravesando un cancel del siglo XVIII de madera tallada, que procede, al igual que la sillería del coro, del extinto monasterio de Santa María de Piedra, nos encontramos en su impresionante interior.

El diseño de Martín Camacho, aunque apunta hacia un temprano renacimiento, aparece profundamente influido por un gótico tardío que llevan a considerarlo de transición. La iglesia de San Miguel de Ibdes es un bello ejemplo de iglesia de planta de salón. Su disposición es de tres naves de igual altura, de las que la central es ligeramente más ancha. Carece de crucero y el presbiterio se abre en ábside poligonal. Las bóvedas se apoyan en columnas que, a la manera gótica, terminan en una franja esculpida, en la que los motivos vegetales de tradición medieval se sustituyen por una sucesión de pequeños capiteles jónicos estilizados.  Cubren los tramos bellas y elegantes bóvedas de crucería estrellada de sencillas nervaduras. Las claves son de traza gótica, labradas en piedra, en todos los tramos excepto sobre el ábside, donde las claves son pinjantes, en madera dorada y policromada.

Los retablos de la iglesia son de los siglos XVII y XVIII; destaca el Monumento de Semana Santa a los pies del templo, junto al coro y el órgano, un magnífico instrumento realizado por Bartolomé Sánchez en torno a 1732.

Pero, sin duda, la obra de arte clave de esta iglesia es el retablo Mayor, considerado por los expertos como uno de los conjuntos más sobresalientes del segundo Renacimiento aragonés. Esta espectacular estructura de madera labrada, tallada, dorada y policromada cubre el ábside desde 1557. En esa fecha se terminó de colocar en blanco por el escultor Juan Martín de Salamanca, mientras que el trabajo de policromía y las grandes puertas que cierran el retablo se debieron acometer una vez finalizada la parte escultórica, entre 1558 y 1565, por el pintor Pietro Morone.

El resultado es espectacular, en el banco encontramos escenas de la Pasión de Cristo: la Oración en el huerto de los Olivos, el Prendimiento, la Flagelación, el Ecce Homo, la Vía Dolorosa y la Piedad. En las entrecalles las imágenes de seis profetas, en origen ocho, de las que solo se reconoce al Rey David con su arpa. El cuerpo central está presidido por una monumental escultura del Arcágel San Miguel venciendo al demonio y, sobre él, un altorrelieve con la Asunción de la Virgen.  En las calles laterales se acomodan la Natividad y la Epifanía y otros que hacen referencia a pasajes de la historia de San Miguel. Los relieves intermedios  presentan la unción de los elegidos y la Expulsión del Paraíso, donde aparecen Adán y Eva junto al árbol del bien y el mal en el que se enrosca el demonio con forma de serpiente. En las casas superiores aparecen otras dos historias con el arcángel San Miguel como protagonista.

En las entrecalles aparecen las esculturas de los apóstoles, de izquierda a derecha: San Juan, San Pedro, San Pablo y Santiago el Mayor en el primer piso; San Mateo, San Simón, San Andrés y Santo Tomás en el segundo piso; San Felipe, Santiago el Menor, San Matías y San Bartolomé en el tercer piso. Cada uno de ellos presenta una cartela con su nombre y una exquisita policromía en sus vestidos. Llama la atención el realismo de sus rostros, los detalles de arrugas, barba, miradas fueron realizados con una increíble minuciosidad. El ático está presidido por un Calvario de bulto redondo con el Crucificado, la Virgen y San Juan Evangelista. A ambos lados dos profetas. Y, como remate, un frontón del que emerge la figura de Dios Padre.

Pero si este retablo deslumbra por la calidad de la escultura y sobre todo por la increíble policromía aún lo hace más por haber conservado otro elemento que lo hace único: sus puertas. Desde finales del siglo XV se consolidó la costumbre de que los retablos mayores contasen con puertas para protegerlos frente a la acumulación de polvo. Esto permitía asimismo cerrarlos en determinados momentos del ciclo litúrgico, en especial en Semana Santa, aunque algunas fuentes indican que también permanecían cerrados en otras festividades. Morone pintó tres juegos de puertas en distintas localidades de la Comarca de Calatayud: Olvés, Paracuellos de Jiloca e Ibdes.

Las puertas bajas, cuando están abiertas, presentan escenas que complementan las representadas en los relieves del banco, igualmente relacionadas con la Pasión y la Resurrección de Cristo. Las grandes puertas centrales aparecen ilustradas con los pasajes de la Resurrección y la Ascensión, ambas enmarcadas en elegantes arcos triunfales. Las figuras femeninas que aparecen a cada lado de los arcos hacen referencia a la Victoria y remarcan el mensaje de salvación y de triunfo sobre la muerte. En ambas composiciones Morone se inspiró en obras de grandes maestros como Rafael, Perino del Vaga y Miguel Ángel, que debió conocer de primera mano durante su formación romana.

Pero este retablo no fue el único que Pietro Morone pintó en la localidad, pues pocos años más tarde debó realizar el dedicado a la Virgen del Rosario. 

Nuestra Señora de San Daniel

 Situada sobre un cerro frente a la peña de la cueva del Búho, a orillas del embalse de La Tranquera, en la carretera que lleva hasta Ibdes, es un templo barroco del siglo XVII. Está construida en tapial y ladrillo y cuenta con una sola nave de cuatro tramos, crucero y presbiterio.

Se cubre con bóveda de arista en la nave y con cúpula sobre pechinas en el crucero. Adosado al edificio principal, aparece en un portalón de arco de ladrillo remontado por friso de ladrillo en esquinillas de origen mudéjar y que, posiblemente, corresponda a una ermita anterior a la actual.