Miedes de Aragón

Miedes de Aragón se localiza en el corazón del valle del Perejiles, al abrigo de las mesetas que la separan del Campo de Langa y del Valle del Jiloca. La fertilidad de estas tierras ha sido el motivo de la temprana presencia de la actividad humana.

datos prácticos

 

Ayuntamiento: Plaza Mayor, 9

Tel: 976 892 201

Email: miedes@dpz.es 

Gentilicio: miedesino/a

Fiestas: San Blas (3 de febrero). San Alejandro (12 de mayo). San Roque (16 de agosto)

Distancia a la capital

Altitud

Miedes de aragón

Miedes de Aragón saluda al viajero con su iglesia parroquial, dedicada a San Pedro Apóstol, acompañada de una soberbia torre gótica de cantería, algo muy raro por estas tierras en las que solía emplearse más el ladrillo o la mampostería. La torre de Miedes es un ejemplo del siglo XIV,  único en la Comarca de Calatayud.

Miedes tiene una Plaza Mayor donde se ubica el Ayuntamiento, un antiguo palacio renacentista totalmente deformado por las numerosas obras llevadas a cabo a lo largo del siglo XX, en el que añadieron un cuerpo más, destrozando su precioso alero y su arquería, de la que sólo quedan dos arcos, como iluminación de la actual caja de escaleras. A un lado de la plaza se sitúa la Lonja o Porche, con función comercial y administrativa, pues hasta el siglo XVII sirvió como lugar de reunión para el Concejo.

 Desde la Plaza Mayor arrancan varias calles, una de ellas bajo arco, que es la antigua Puerta de Daroca, pues todo el pueblo estaba protegido por una muralla, hoy desaparecida. Desde esta puerta se accedía al arrabal de la Calcina, en cuya plaza los caleros del pueblo vendían la cal que extraían de las canteras del término. En torno a la Plaza de la Calcina se encuentra la Fuente Pública, obra del siglo XVI, los abrevaderos para el ganado y un lavadero público, todavía en uso, al que acceden las mujeres del pueblo.

Callejeando se observa su urbanismo de origen musulmán, que se empezó a desarrollar en torno a su castillo. Son frecuentes los callizos, los adarves o calles sin salida, las plazoletas, los portalones mudéjares de las casas de vecindad, etc. Nada más placentero para saborear el aire medieval que pasear por la estrechísima Calleja de la Traición o del Piquete, o adentrarse en las plazoletas de la Herrería, del Horno, de las Cuatro Esquinas o de Carracampillo, donde puede apreciarse una extraordinaria casa mudéjar con la fachada de ladrillo y muros de tapial.

Como edificios señeros de la Arquitectura Renacentista quedan dos Palacios, el de los Lobera, en la Plaza de la Iglesia y el de los Cebrián, haciendo esquina con las Calles Cuatro Esquinas y Piquete. Hay otros edificios de interés de época barroca, con buena rejería en sus ventanas, pero sobre todo destaca el Monasterio de las Concepcionistas Franciscanas y de San Blas. 

Miedes contaba con varias ermitas, como las dedicadas a Santa Catalina y Santa María Magdalena, hoy desaparecidas, pero todavía conserva la portada y restos de la ermita del siglo XV dedicada a Santa María del Castillo, hoy convertida en vivienda, en lo que fuera el núcleo del castillo musulmán del siglo IX.

La villa, además de un rico patrimonio urbanístico, monumental, artístico y documental, tiene un apreciable patrimonio natural y vegetal, con gran diversidad de paisajes y especies vegetales y animales, pues tiene estepa, meseta cerealista, valles, montes y ribera. El paisaje cárstico que forma cárcavas, simas y parajes tan llamativos como “El lagar de las zorras”, es difícil de encontrar en muchos kilómetros a la redonda, pero su inaccesibilidad hace que pase desapercibido al viajero, aunque tiene un excelente mirador desde el Cerro de La Magdalena, donde se ubicaba la antigua ermita.

Iglesia De San Pedro apóstol

La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol es, en origen, un edificio gótico datado en el siglo XIV y muy reformado en las centurias posteriores, sobre todo su exterior, reformado completamente en 1804  con la técnica del aparejo toledano, mampostería levantada sobre cimiento de sillar, zunchos esquinas y contrafuertes realizados en ladrillo. La fachada principal, de corte clasicista, se levantó a la vez que se amplió la iglesia en el tramo de los pies; remata en frontón triangular sobre sendas pilastras en los laterales de la misma. 

En el centro se abre la portada arquitrabada y sobre la misma, un vano rectangular que sirve de iluminación al coro. En la parte superior una pequeña espadaña con dos huecos para cobijar las campanas.

El interior mantiene su carácter medieval y en algunos lugares se conservan, ocultos, restos de esta iglesia mudéjar. El espacio se  distribuye en tres naves de igual altura en origen, cada una de ellas era de tres tramos cubiertos con bóvedas de crucería simple. En la actualidad tiene cinco, ya que posteriormente, en el siglo XVII, se añadieron dos más, uno como cabecera, cuya capilla central aparece cubierta con cúpula sobre pechinas y otro a los pies como coro.

En el siglo XVI se añadió una capilla renacentista, cubierta con bóveda de crucería estrellada, junto a la nave de la epístola que en la actualidad cobija el vistoso retablo de la Virgen del Rosario, realizado al óleo sobre tabla a finales del siglo XVI. Son de destacar los bustos relicario de San Blas y San Pedro, piezas de orfebrería de los siglos XV y XVI, suntuosos ornamentos del XVIII, el órgano barroco y, a los pies de este, el sepulcro de piedra labrada en el que, según la leyenda, se conservan los restos mortales de una infanta castellana. 

Torre del reloj

Una singular y espectacular torre campanario se levanta en centro de la localidad. Fue construida en piedra de sillar, de planta cuadrada de seis metros de lado y potentes muros. De más de 30 metros de altura consta de dos cuerpos. 

En inferior, construido en el siglo XIV,  se abren unos pequeños vanos de iluminación y remata, en cada uno de sus lados, en matacanes que apean sobre modillones de rollo que se unen y decoran con arquillos trilobulados. 

El interior de la torre solo alberga la espectacular escalera de caracol. Cada uno de los peldaños es de una sola pieza labrada en piedra. Subiendo, en los sillares de los muros, pueden verse las denominadas marcas de cantero, son las iniciales que dejaba cada uno de los hombres que tallaban estas piedras para saber cuántas habían hecho y así poder cobrar el jornal correspondiente.

Esta torre, de eminente carácter defensivo, se transformó en campanario el siglo XV al añadir un segundo cuerpo que albergase las campanas. Este añadido, que armoniza perfectamente con la parte inferior, aparece abierto a los cuatro vientos en la parte inferior mediante unos grandes ventanales labrados en piedra con exquisitos detalles de tradición gótica. En la parte superior se abre una galería de cinco arcos apuntado, los tres centrales abiertos y los laterales ciegos. Las esquinas de este cuerpo se decoraron con gárgolas. 

A partir del momento en el que se finalizó este segundo cuerpo la torre comenzó a marcar el ritmo de la vida de la localidad pues sus campanas no solo avisaban de  las celebraciones religiosas sino también de las horas por lo que aún se conoce como la torre del Reloj.

convento de las concepcionistas

Uno de los lugares más singulares de Miedes de Aragón es, sin lugar a dudas, el Convento  de la Purísima Concepción y San Blas; fue fundado en 1613 a expensas de la Comunidad de Aldeas de Calatayud. 

Se edificó sobre una antigua ermita dedicada a San Blas de Sebaste, patrón de la localidad. La parte más antigua del complejo es el bloque de las oficinas conventuales y posteriormente se levantó la iglesia. Se trata de un templo de planta de cruz latina, con capillas entre los contrafuertes que se comunican entre sí. Se cubre con bóveda de lunetos en la nave y una cúpula sobre pechinas en el crucero, todo decorado con unas interesantes pinturas murales con motivos vegetales entre los que aparecen los escudos de la orden franciscana y de la Comunidad de Aldeas de Calatayud. En su interior destacan el conjunto de retablos entre los que sobresalen dos de trampantojo, en óleo sobre lienzo, el de San Blas y el Mayor, un espectacular lienzo atribuido a Jerónimo Secano.

La comunidad de religiosas, después de cuatrocientos años de permanencia ininterrumpida en este complejo, abandonó el cenobio en el año 2016. Dejaron tras de sí el vacío edificio conventual de tres plantas, cuyas estancias se organizan en torno a un claustro. De su interior, muy modificado en el siglo XX, aún se conservan varios elementos de gran valor, como es la inscripción fundacional que aparece en uno de los muros del claustro, las cajas de escaleras que llevan a las plantas superiores y un pequeño oratorio en la segunda planta con una delicada pintura mural de motivos vegetales.