El conjunto debió de estar fortificado y seguro que la fortaleza se hallaba en la zona que ahora ocupa el templo, ya que se conserva el nombre de la calle del Castillo. En la zona alta destaca la ermita de San Vicente y en la plaza, además de la Casa Consistorial, una placa recuerda dónde estuvo ubicada la antigua ermita del Carmen, hoy convertida en vivienda. Hay que seguir descendiendo, callejeando y bajando por travesías que pasan bajo pasadizos que comunican las casas de uno y otro extremo. Una arquitectura puramente mudéjar que se desata al llegar a la calle del Barrio Bajo, en la que en cuanto desaparecen las casas a nuestra izquierda contemplamos a nuestros pies la vega del Isuela. Hay que levantar la vista a nuestra derecha para contemplar las casas de la calle de arriba colgando asentadas sobre la roca del precipicio. Algunas de ellas cuentan con recios contrafuertes para sujetar la altura, que se muestra impresionante vista desde el río.

En la ribera, bajo las casas colgadas, hay un hermoso parque. Un auténtico oasis de verdor y frescor en el que los grandes chopos se dejan mecer por el frescor de las aguas del Isuela. Cuenta con columpios, mesas de picnic y zona de asadores en las que preparar la comida. Hay fuente y hasta el antiguo molino en el que refugiarse en caso de lluvia.